domingo, 29 de abril de 2012

"La Pepa", un nuevo puente

- ¡Te tienes que venir ya!. Mañana antes de las siete de la mañana nos esperan en el puerto deportivo.
Así, sin más y con poco tiempo para réplicas, me dejó Enrike tras llamarme a las ocho de la tarde, un viernes del pasado mes. Habíamos previsto que nos veríamos a la hora del almuerzo del sábado. Sin embargo, a sabiendas éste que me atraería hacer fotos del nuevo puente que se estaba construyendo en Cádiz; le propuso a su hermano (todo un lobito de mar), sacarme a dar un paseo en el “Duermevelas”, el velero de Juan, por la otra gran bahía de Andalucía.
Soltamos amarras y nos adentramos en el aún negro amanecer, con la vista atrapada en el titilante brillo de las luces de las poblaciones del otro lado. La azulina luz de la mañana, retrocedía empujada por los primeros rayos del astro rey que acariciaban el horizonte, a la vez que dibujaba una delgada e hipnótica línea dorada. El día prometía ser venturoso.
A la salida del puerto, el dios Eolo, no mostraba aun el regalo que me tenía previsto para esa jornada. El frío viento de poniente me tenia congelada las "entendederas" y no fui consciente del envenenado regalo divino. Por lo que confiado en las barandillas de protección y en el leve movimiento con el que el mar nos mecía, di mis primeros pasos sobre la borda del velero. Más tarde llegó el momento de tomar conciencia del auténtico regalo: olas de 3-4 metros con las que nos encontramos al llegar a la bocana de la bahía. Éstas harían que me agarrase al mástil como un poseso. Cara, cámara y el resto del cuerpo salpicado de mar, a la vez que el estómago a la altura de la barbilla, me hicieron tomar conciencia de no estar hecho para mí, navegar a saltos. Ni menos, montar en olas que no sean aquellas que las de las atracciones de las ferias antiguas.
Aún así, la experiencia repetible. La opción de conocer desde el mar abierto la otra cara de Cádiz, captar la evolución del puente del Centenario (puente de la Pepa, para la gente de la ciudad) y observar las capturas ahora conseguidas; harán que me agarre los machos y tire “palante”. Independientemente de no ser la misma clase de cosquillas las que me producen las olas que provoca el dios soplador, que las de las otras olas conocidas.

domingo, 1 de abril de 2012

La otra pasión

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No estaba en mi mente el realizar un proyecto con una temporalidad tan larga. Tampoco formaba parte de la idea inicial, fotografiar las salidas procesionales. La intención, aparte de practicar la fotografía nocturna (con la dificultad añadida en este caso de tener que captar escenas en movimiento y con luces de distintos tipos), era capturar y mostrar el trabajo que previamente realiza el mundo cofrade, antes de sacar sus imágenes por las calles.
Por eso, cuando tras asistir al primero de los ensayos y observar las relaciones de amistad y camaradería, el ambiente jovial que les acompaña en éstos, así como el acogimiento con el que era recibido; me dije: “tengo que repetir"
Días después vino el titubeo y la desidia. El siguiente, sería a mediados de la semana; estando previsto que acabase ya de madrugada. Cosa esta que teniendo en cuenta que diariamente me levanto sobre las seis, me hizo dudar mucho-mucho. Cierto es que después de re-visualizar las imágenes conseguidas, observar los logros y fallos que obtuve, dejé de tenerlas.
Uno, dos, tres ensayos…, y me enganché. Sí, sí, me enganché al costal. Bueno, más bien me enganché a la estela que iba dejando las gentes que en realidad mueve todo esto: los costaleros. También me enganchó la música que les seguía, las órdenes del vocero, las arengas del capataz, el sonido de las rítmicas pisadas, el balanceo de la canastilla y el ambiente que acompañan los ensayos. Pero sobre todo, lo que más me cautivó, fueron las miradas cómplices, permisivas y a veces solícitas de quienes dejaron que les pudiese captar.
Trece ensayos, dos retranqueos y siente montajes de pasos, unidos a las salidas procesionales que el tiempo permitió poner en las calles durante la Semana Santa, aparte de haber mermado enormemente la capacidad del disco duro de mi pc, han abierto miras, no solo para poner en prácticas otras técnicas, sino lo mejor de todo, llegar al gozo con mi pasión especial, hacer fotos.

Ahora que la pituitaria perdió el recuerdo al olor a cera, al incienso y a la flor. Ahora que los sonidos de marchas mutaron por otros distintos y el barroquismo imaginero se preservó para la próxima Semana Santa; es el momento de agradecer a aquellas personas que me animaron a que siguiese haciendo este “trabajo”, a los que me facilitaron la labor, a los que me felicitaron por ella, a aquellos que me avisaban para que estuviese en tal o cual ocasión, a los que me trataron como si fuésemos conocidos de toda la vida…; pero sobre todo, a los que me permitieron captarles y así poder mostrar una cara distintas de esta celebración. A todo ellos, mi agradecimiento más profundo y mayor.

(entrada retirada hasta modificación)