viernes, 12 de noviembre de 2010

Daniel, el no travieso

Cuando bajé mi cabeza hacia el cochecito de bebé en el que lo paseaban, me sorprendió su mirada fija, curiosa, algo altanera e hierática.


A diferencia de otros bebés que había conocido, éste no se extrañó ni hizo puchero alguno, al ver un rostro desconocido asomarse por el marco de su pequeño habitáculo donde iba tendido.


Me hizo gracia su actitud escrutadora, diría casi desafiante.


Fue, solo en respuesta a mis carantoñas, cuando recibí una primera e incipiente sonrisa, la cual me atrapó e inconscientemente creó entre nosotros una invisible, pero no por ello inexistente, cadena que aun nos ata. Entonces comprendí que Daniel, no sería uno más de esos niños que de forma natural y lógica, por ser retoños de nuestros conocidos, vamos conociendo a lo largo de nuestras vidas.


Vinieron otros encuentros, casuales siempre, plagados de sonrisas, de “conversaciones”, sin timidez a la hora de interactuar conmigo ni en el momento de regalarme algún beso. Tras cualquier pregunta, siempre una respuesta, una historia, una aventura. Ante cualquier diminuto e insignificante regalito, siempre-siempre, una sonrisa o una aperturas de ojos tan grandes como platos, seguido de esa mirada fija y mantenida.


A pesar de las distancias entre cada encuentro, la diferencia de edades, de intereses y sueños, entendí que la empatía se afianzaba, que nuestra “relación avanzaba”. ¿Sería la consecuencia de mis agachadas para compartir con él cualquier "chaladura", cada vez que lo veía?.


Así lo fui viviendo y sintiendo, hasta que tras plantearle a su papi, poder hacerle una sesión de fotos, me cuestionó éste que pudiese, ya que según él: “siempre se esconde cuando ve una cámara,”, “es muy inquieto y nervioso, que no travieso”, o “veo difícil que lo consigas”.


Aun así, insistí en ello y acordamos intentarlo un día. En éste hubo juegos, baños con saltos a lo rana, pesca con caña y huida de tiburones cazadores de niños en la piscina.


Hicimos más de las esperadas, jugando, corriendo, escondiéndose, con algún juguete o dando achuchones a su papi, pero siempre-siempre sonriendo. Al final y ya maqueado, con una piruleta que se deshizo entre sus diminutos dientecillos de nata, igual que si fuese un helado caliente, le capté en este momento de mirada. Para mí, si no la más graciosa, sí la que me recuerda que con una como ésta, Dani me “enganchó” para siempre.


(Chano R.Muñoz)




5 comentarios:

Anónimo dijo...

bonita mirada y curiosa forma de campañarla con tus textos. Bravo por tu blog al que sigo desde hace tiempo. Suerte y sigue en ello.

Anónimo dijo...

Chano estupendo retrato.Las fotos del campeonato tambien estan muy bien,pero ya sabes que a mí los retratos me llaman especialmente.Besos.Nos vemos.

Blanca.

Anónimo dijo...

Bueno, muy bueno eso de poner historia a las fotos. Un saludo desde Granada donde te vemos.
El Cartujo

Anónimo dijo...

La foto muy buena, el texto estupendo y el modelo guapísimo. Es posible que sea pasión de padre pero mi chico sale muy bien en las fotos ¿ no os parece ?
Chano, continua con tu afición , cada vez que miro tu blog se observa mas calidad en tu trabajo.
Muchas gracias y un saludo.

Juli

Chano dijo...

tu niño pa mi precioso, lo sabes desde el primer día que lo vi y te lo dije, pero aún más su forma de ser, interactuar conmigo y su mirada, tio, su mirada.
MUCHOS SALUDOS papi