domingo, 18 de noviembre de 2012

Cámara de Comercio de Cádiz

Doscientos once años mirándonos desde las alturas,
las ménsulas que decoran la fachada del edificio neoclásico
que hoy es la cede de la Cámara de Comercio de Cádiz.
 
 

Ni duendes, ni hadas, ni elfos, acompañaron aquella soleada tarde de verano a la incipiente y prometedora escritora, en acto alguno.
Que sepamos, tampoco hubo aladinos o beduinos paseantes bajo estrella gaditana; al menos de los de al uso...: aquellos de tez cetrina, los de turbantes, los mismos que llevan cimitarras al cinto.
Cierto es que existe en la vida de Ana Muñoz, un beduino lugareño. Eso sí, beduino de los de Cádiz, de los que no difieren del resto de gaditas más que por el mote que éstos se imponen, por aquello de brillar diferente en aquella luminosa villa.
- Pero entonces ¿tampoco existió la “Kedpasa”, filial famosa de la editorial Epasa?, -preguntó uno-.
- No, no, para nada y acertado es decirlo, -contestó el segundo-.
- Pues entonces, todo tuvo que ser un invento, una chanza.
- Más bien un cuento del chino.
- ¿Chino…? ¿Qué tienen que ver éstos con esto?
- ¿Acaso no te has fijado en los dragones chinos de la calle Antonio López?
- ¿Dragones chinos? ¿Donde están esos?
- Escondidos y agazapados en las pilastras que soportan las balconadas de la cámara de comercio. Ahí esperando dar algún que otro susto a los que pasan por debajo sin mirar para arriba.
- ¿Mirar pa arriba…? dejate-dejate! Que lo mío, cuando voy a Cádiz, es mirar “pal” suelo, por aquello de encontrarme algún antiguo duro.
- Pues cuídate con mirar solo “pabajo”, que con eso dejas de ver lo que te viene de arriba. Lo cual puede llegar a ser peligroso; pues lo mismo te lanzan un pollo o se te excrementa un palomo.
- ¡No digo yo…! ¿No estás tú hoy con muchas “chaladuras”?
- Yo te aviso que allí en esas estrechas callejuelas, suceden cosas extrañas y muchas veces divinas. Que lo mismo se te lanza desde arriba un dragón de eso, que te sale de cualquier casapuerta abierta un mixtolobo, can endémico de la zona y te muerde las espinillas.
- Tu sigues y sigues ¿a qué viene tanta fábula?
- Fabula ninguna que lo aquí contado, cierto y verdadero es como que existe la luna. Te lo digo porque así me lo contó el ChinoChano; y si no te lo crees, pregúntale a su prima.
(texto Chano R. Muñoz )
 

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