
El conocido popularmente como el Paseo del Colesterol, arma letal de cartucheras y michelines, es uno de los lugares de mayor transito pedestre en la primavera de mi ciudad. Éste, que bordea la costa por espacio de poco más de un kilómetro, entre las antiguas playas de Los Ladrillos y La Concha, brinda a quienes lo patean, múltiples opciones:
Ver el paisaje, el arco de la bahía, el puerto
Contar las grúas, los barcos o los contenedores
Ejercitar algún músculo en las máquinas del parque
Mirar por los telescopios
Ver partidos de liguillas de fútbol
Pasear en bici
Patinar en monopatín
Ver atletismo
O como en mi caso, salir de "caza", para ser pescado.